Abstract:
En todas las sociedades el hecho de la muerte, como acontecimiento religioso, es uno de los más relevantes. Esa relevancia es aún mayor en la zona cataquense. La muerte conlleva una serie de manifestaciones rituales a través de las cuales el hombre cataquense manifiesta sus convicciones sobre el sentido de la existencia humana, el sentido de la muerte y la esperanza. La religiosidad popular del hombre cataquense está marcada por el culto a los santos y el culto a los difuntos. Para el cataquense “no hay religión sin santos”; así mismo, no se puede “dejar de cumplir” el deber de rezar y ofrecer misas por sus difuntos. Los santos y los difuntos tienen carta de ciudadanía en la zona cataquense. Hay, pues, una comunión de los vivos con los muertos. El cataquense no ha “excomulgado” a los muertos del mundo de los vivos. Dada la gran importancia que tiene para el hombre cataquense el culto a los difuntos, resulta muy justificado realizar un estudio crítico, desde una perspectiva teológica, de ese conjunto de manifestaciones rituales en torno al hecho de la muerte en la zona cataquense, tratando de descubrir cuáles son esos rasgos fundamentales que caracterizan la vivencia religiosa de la muerte y la esperanza cristiana. El presente trabajo no es sólo el resultado de una investigación científica, de una recopilación de datos bibliográficos y presentación de resultados de encuestas, es, sobre todo, el resultado de una experiencia pastoral, vivida y reflexionada, a lo largo de varios años.